8/13/2006

La mala punteria de Alan...



AUTOR INVITADO :CARLOS ARANA
Fecha: Sat, 12 Aug 2006 12:39:25 -0500

LA CORRECTA PUNTERIA DE ALAN
 
Aparte de las consideraciones ya enunciadas en anterior comentario sobre penas máximas. La correcta puntería de García está dirigida a: Salirse del Pacto de Costa Rica y las Elecciones de Noviembre.
 
Salirse del Pacto de Costa Rica es un interés no solamente de García sino de todos los que tienen pendientes algunas cuentas con la justicia, entre ellos los fujimontesinistas. Por ello, su acercamiento con los sectores más retrogadas de la política y del militarismo y su negativa implícita de asumir las reparaciones dictaminadas por la CVR.
 
En lo que respecta a las Elecciones de Noviembre, García quiere volverlas plebicitaria a favor de su gobierno por eso su interés que se discuta rápidamente y se proponga un referendum. Mantener los gobiernos regionales y si es posible aumentarlos es un sueño que no lo deja dormir, sumándoles varias Municipalidades provinciales y distritales importantes. Recordemos que el hoy Primer Ministro, Jorge del Castillo, fue el primer Alcalde aprista de Lima y que recibió un fuerte apoyo estatal en su primer gobierno.
 
Es inteligente poner el referendum sobre la pena de muerte con las elecciones para aumentar el poder del aprismo. Pero parece que muchos sectores ya se dieron cuenta de la jugada.
 
Los niños violentados no pueden ser utilizados como una estrategía de acumulación de poder y de excusa para concretar un pacto de impunidad.
 
El Estado debe de cumplir un rol protector efectivo de la sociedad y en especial de su niñez con salud, educación, alimentación, seguridad, sana distracción, etc.  
 
-----Mensaje original-----

La mala puntería del presidente Alan García. (Por :A. Álvarez Rodrich)
Si Alan García pensó -como sin duda lo debe de haber hecho- que su propuesta para aplicar la pena de muerte a los violadores de menores iba a ser un disparo al bull para conectarse con la población, a la espera de que su gobierno pudiera empezar a plantear propuestas serias para enfrentar los principales problemas del país, ya debe de estarse dando cuenta de que el tiro le está saliendo por la culata.
En este sentido, algo debería estar sospechando el jefe de Estado cuando constata, cada día que pasa, que pocas opiniones calificadas lo acompañan en su planteamiento por la reinstauración de la pena capital.
Más allá de su cogollo político, ningún jurista serio del país lo ha respaldado, y tampoco el presidente de la Corte Suprema. La mayoría ha hecho notar los problemas de principios de su audaz propuesta pero, también, de índole práctica, como, por ejemplo, el costo que implicaría el retiro del Pacto de San José.
Asimismo, el número de integrantes del Consejo de Ministros que se opone a la pena de muerte está creciendo. Las oposiciones más relevantes son las de los ministros de Justicia y de Relaciones Exteriores, cuya opinión es sin duda importante para una decisión de esta naturaleza.
Todo esto está reflejando que, más allá de un entusiasmo impetuoso del presidente por encarar un problema evidente en la sociedad, su propuesta se está pareciendo a un fuego artificial que produce mucha bulla y destellos, pero que se desvanece al poco tiempo.
Lo peor para él es que su respuesta con mala puntería al problema de la violación de menores ha permitido desnudar, a dos semanas de iniciado el gobierno, el hecho de que este recién se está preparando para la compleja tarea de gobernar y de que todavía carece de planteamientos consistentes y articulados para los principales males del país.
En este sentido, todavía se percibe cierta improvisación que estaría siendo encubierta con la propuesta de la pena de muerte. Ojalá que después de la presentación del gabinete ministerial ante el Congreso, el jueves 17, ya no sea necesario utilizar más cortinas de humo. (recogido de Peru.21 )

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8/02/2006

SI FIDEL TIENE ALGO QUE VER CON UN DICTADOR , QUE BUENOS SERIAN LOS DICTADORES

FIDEL CASTRO: UN TESTIMONIO
 
COLUMNISTA INVITADO: THEOTONIO DOS SANTOS*
 
 
 
Fidel Castro es el dirigente político en el poder por más tiempo en todo el mundo. Me acuerdo de un cargador de maletas en el aeropuerto de la Habana que, en los años ochenta, insistía en probarme que Fidel era el mayor líder de toda la historia. Citaba a Lenin, a Stalin, a Roosevelt, a Miterrand, a varios otros que conocía y había estudiado. A todos le ganaba Fidel por su profundo contacto con su pueblo, por la dimensión del desafío que representaba una pequeña isla como Cuba desafiar al mayor poder en el mundo. Jamás se le ocurrió a él,  como a la mayoría de la población cubana, posiblemente la más politizada en todo el mundo, ver en Fidel una expresión de violencia, de imposición, de dictadura.
 
Sin embargo, en gran parte del mundo occidental, se ve en la prensa diaria una imagen totalmente distinta de Fidel. Siempre amenazador, siempre delirante, siempre dispuesto a defender las causas contrarias a Estados Unidos, siempre dispuesto a mantenerse en el poder sin límites. Cuantas cosas terribles se le atribuye, y si tu dices algo en contra te achacan con tantos adjetivos y descalificaciones que pareces un extra terrestre. Te cortan el micrófono, suspenden tu entrevista en la tele,  te retiran de las columnas de la gran prensa y así sucesivamente.
 
He acompañado en detalles la revolución cubana desde mi juventud. He leído sus discursos desde Sierra Maestra. He estudiado todas sus declaraciones. He convivido con personas que fueron a ver la revolución cubana desde su cuna. Hasta que, mucho más tarde,  por razones varias, lo vine a conocer personalmente en el Chile de la Unidad Popular. Desde entonces fueron muchas las oportunidades en que lo traté más directamente. No sé si puedo decir que soy su amigo pues hemos estado siempre en conversaciones políticas aún cuando en ambientes restringidos  Pero tengo un sentimiento de tener en él un compañero de luchas, un compañero atento y siempre muy educado, muy sensible, muy preocupado con sus compañeros y amigos, con las personas en general y con la humanidad como un todo.
 
Si Fidel tiene algo que ver con un dictador, que bueno serían los dictadores. He conocido a muchos políticos de varias orientaciones,  fuera y en el poder. Ninguno tiene o tuvo la profundidad  intelectual y la dimensión humana de Fidel Castro.  Ninguno logra mantener el estudio sistemático de un problema por horas y horas en todos sus detalles y en todos sus aspectos como Fidel.  Ninguno es capaz de mantenerse en una reunión académica por algunas horas, mucho menos  por varios días en varias horas diarias (desde las 9 de la mañana hasta las 12 de la noche como lo he visto mantenerse en varias oportunidades). Y si es verdad que cuando toma la palabra es muy difícil detenerlo, escucha también, anota, responde exactamente lo que se le pregunta y tantas otras manifestaciones de respecto humano y de consideración al trabajo intelectual. Pero sobretodo es el único político a nivel de jefe de estado que admite debatir abiertamente con los que divergen de sus puntos de vista. Ciertamente ningún dirigente democrático que conocí tiene esta cualidad. En realidad, es el único que la practica ampliamente, con pasión y rigor, con autenticidad. Debo corregir:  está surgiendo un nuevo líder político con esta calidad. Tratase de Hugo Chávez. A ver si logrará mantenerla por tanto tiempo. Hasta los ochenta años como Fidel Castro. Creo que es el primer discípulo de Fidel con esta característica que explica en gran parte su larga permanencia en el poder.
 
Me extraña también que Fidel no se dirija a sus subordinados con palabras de bajo calibre y con órdenes impositivas, como ocurre en las democracias a varios niveles. Cuantas veces he escuchado explicaciones de amigos en el poder de que de otra forma no serían respetados. He convivido mucho con subordinados a los cuales le gusta la imposición del superior como forma de escapar de las responsabilidades, como oportunismo y “carrerismo” . Seguramente hay mucha gente así en torno a Fidel. Pero él no parece necesitar de la violencia verbal para imponerse. Cuentan amigos que vivieron los períodos iniciales de la revolución cubana muy cerca de él  y de los dirigentes revolucionarios que sus discusiones eran violentísimas y apasionadas. Se puede imaginarlo en el medio de las tormentas revolucionarias donde se toman decisiones radicales sin saber exactamente sus consecuencias. He visto debates violentos entre los sandinistas,  hasta sobre temas tan aparentemente distantes de la revolución como por ejemplo el rol de la rima en la poesía. Ver aquellos hombres y mujeres armados discutiendo las orientaciones de los talleres de poesía con tanta pasión parecía algo surrealista. Pero no había violencia de palabras, el uso de los palabrones,   intentos de imposición irracional. Así imagino yo los debates del período inicial de la revolución que no pude compartir.
 
Me acuerdo de las pasiones que,  aún en el Chile tan comedido y “británico”,  se producían durante el proceso revolucionario de 1970 a 1973 en los cuales participé intensamente.
Con el tiempo, Fidel fue creciendo entre los revolucionaros y quizás muy pocos se atreverían a contestarlo. Pero cuantas veces él mismo asumió la autocrítica, como en el fracaso de la cosecha de los 10 millones de toneladas de azúcar en 1967. Era magnífico verlo frente a más de un millón de cubanos en la plaza pública asumir todas las responsabilidades del fracaso y,  en seguida,  poner su cargo a disposición de su pueblo. Nunca he visto nada similar e mis 50 y tantos años de experiencia política.
 
Un sentimiento de debilidad de su poder personal  quedó en mi mente cuando en 1985 lo invité a participar en el Congreso Latinoamericano de Sociología que organicé en Brasil. Eran evidentes sus ganas de estar presente. Controló sus ganas de participación cuando le propuse la creación de una gran revista de ciencias sociales en la región con el apoyo de Cuba. Le pareció una gran idea y designó dos representantes suyos en una reunión al día siguiente en la cual asistí espantado el director del Centro de América Latina rehusar la idea bajo el pretexto que la revista de su instituto cumplía este papel. Nunca hablé con él sobre este asunto pero esta fue una lección muy fuerte sobre los límites de su poder.
 
Esta misma impresión tuvo un cura que participaba en las gigantescas reuniones sobre la deuda externa que se realizaron en Cuba en la misma época. Este cura, con el sentido de poder burocrático que todo clero tiene, tomó la palabra para decirle que extrañaba como él podía dirigir autoritariamente un país como Cuba si hace varios días participaba todo el tiempo en reuniones maratónicas de una asamblea permanente que operaba de las 9 de la mañana a las 12 de la noche. “No veo a nadie pasandole mensajes y recibiendo órdenes. Entonces ¿quién gobierna este país?”  Preguntaba espantado.
 
Me acuerdo que en esta oportunidad, en conversaciones bien íntimas Fidel me decía  que estaba volcado básicamente para el estudio de los grandes problemas mundiales y nacionales  mientras que las tareas de gobierno estaban en manos del partido, de las asambleas populares y de las nuevas generaciones.  No creo que pudo mantener esta postura por mucho tiempo. En 1989 los rusos tiraban por el suelo aquellos acuerdos que Fidel describiera en las reuniones de la deuda como el nuevo orden económico mundial que Cuba había conseguido establecer con los países socialistas.
 
Pero en medio de toda esta responsabilidad local e internacional, era impresionante ver a Fidel, algunos meses antes, encerrar su participación en una de estas reuniones de la deuda para asumir la dirección personal de la ayuda de Cuba a México por ocasión del terremoto violento que sufriera este país. Ahí, una vez más, el pueblo cubano ejercía su solidariedad revolucionaria bajo el liderazgo de su dirigente máximo. Me acordaba de la voz de Allende en el gran terremoto de 1971 en Chile. Voz que nunca había escuchado de otros dirigentes en ocasiones similares. Pero más impresionante aún era escuchar la voz de un dirigente levantarse  para apoyar a los ciudadanos de un país hermano. 
 
¿Donde está el dictador? En el comportamiento, en el poder incontestable, en el sectarismo, en la intransigencia, en el oscurantismo intelectual, en la distancia con su pueblo, en el no respecto a las reglas de la más democrática constitución ya realizada hasta la constitución venezolana que también fue discutida, como la de Cuba, con toda la población y votada después de terminada por el parlamento?  Democracia es poder del pueblo y confieso que no conozco otro país donde este poder es ejercido diariamente por la población como en Cuba. Donde los diputados de la Asamblea popular se sienten tan responsables por la vida de su pueblo como mi amigo diputado popular que me invitó a su ciudad al lado de Habana y se puso blanco de vergüenza por que había un hoyo en las calles de su ciudad. Por lo cual se sentía responsable después de las varias reuniones que habían realizado en el vecindario sin lograr resolver el problema porque,  después que lo tapaban, el hoyo volvía a abrirse.
 
No me vengan a decir que estoy ocultando los problemas de Cuba. Lejos de mí  tal cosa. Tengo gran conciencia de ellos y les garantizo lectores que si alguien está consciente de ellos es Fidel Castro. Nunca lo sentí ocultar los. Por el contrario, me acuerdo especialmente de la larga conversación con él y el gobernador de Río, Anthony Garotinho, en 2000 sobre el fenómeno de la pobreza en Cuba, tema que él estaba estudiando con un equipo de millares de jóvenes con la pretensión de realizar una intervención definitiva en el problema. Era tal su entusiasmo sobre su movilización de fuerzas en esta dirección que el joven gobernador se veía cansado mientras el viejo revolucionario continuaba preguntando sobre las experiencias de las políticas sociales en Río de Janeiro y contando sus experiencias sobre un fenómeno cuya extensión en Cuba él desconocía hace poco.
 
Tendría tanto que contar sobre mi compañero Fidel Castro. Quiero hacer este testimonio incompleto pero muy sincero por ocasión de sus 80 años. Mas importante aún es hacerlo en el momento de su operación que espero podrá superar bien. Hablo del más grande personaje del Siglo XX que tiene mucho que dar al siglo XXI con este gran movimiento que se dibuja en Cuba en este momento bajo el título general de la Batalla de las Ideas. Abrir Cuba hacia el más profundo debate intelectual que un pueblo haya jamás realizado. Garantizar la educación universitaria para toda la población. Transformar Cuba en el más culto y consciente pueblo del mundo. Acordémonos que Latino América tuvo dos experiencias fantásticas en este sentido: los casos de Costa Rica y del Uruguay que alcanzaron índices altísimos de educación, calidad de vida y paz durante los años de estado de bien estar. Pero ninguno de ellos lo hizo cercados y atacados  por el más grande poder económico y militar del mundo. Cuba lo puede hace por que realizó una revolución profunda y porque tiene un líder excepcional. Estoy de acuerdo con el cargador de maletas del aeropuerto de La Habana. Que honor disfrutar de su admiración tantas veces manifestada y - si lo merezco - de su amistad.
    



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