6/20/2010

REQUIEM POR JOSE MARIA CABALLERO

Manuel Lajo
Director CENES


Solo a mediados de Junio me enteré del fallecimiento – el 1ro de Mayo en Río de Janeiro- de José María Caballero Romero, gran investigador agrario español que en los años 70 e inicios de los 80 en la PUCP y en el IEP fue uno de los que más aportó - con Adolfo Figueroa, el “Chino” Benavides, Rodrigo Montoya, Héctor Maleta y otros a la renovación del diagnóstico del Problema Agrario en el Perú y a la actualización del programa y estrategia popular frente a los problemas de la tierra, del indio, regionales y ambientales.

José María Caballero fue un quijote que se adhirió al Perú como proyecto de nación y al agro latinoamericano como causa digna de defender. Nos ayudó mucho a avanzar en entenderlo y no quedarnos en la visión de los años 30. El seminario que dio origen al libro que publicamos con Rolando Ames y Carlos Samaniego en 1981 en la PUCP “Agricultura y Alimentación: Bases de un Nuevo Enfoque” (Fondo Editorial PUCP, 1980) refleja el espíritu renovador que no se ha abandonado desde esos años, tan bien representados por los trabajos de José María.

Desde entonces no dejó de aportar al conocimiento científico de la agricultura peruana y latinoamericana. A inicios del nuevo milenio, por ejemplo, participó en una muy importante investigación de CEPES sobre la rentabilidad del agro costeño Su enorme obra aún es desconocida en su mayor parte en nuestro país.
Lo recuerdo tan creativo, amistoso y comprometido como Alberto Flores Galindo, quien ya entonces iniciaba un replanteamiento de la identidad nacional paralelo al de varios amigos como mi hermano Javier Lajo, no tan conocidos pero muy comprometidos con esa visión de los pueblos originarios hoy creciendo veloz en Bolivia, Ecuador y Perú.

A José María le debo la principal orientación y el respaldo entusiasta para estudiar mi Ph. D. en Gran Bretaña, completando así mi formación de la Escuela de Economía de la Universidad de Chile, el ILADES y el CESO, en los años del Chile de Allende. Además lo visité en la U. de Cambridge -durante mi primera estadía en Inglaterra (1979-80) para conversar de nuestras investigaciones fue siempre un gran maestro y un mejor amigo. Cuando vivía en Lima realizábamos visitas para conversar, entre San Felipe, Jesús María y Lince, donde vivíamos. Llegamos a dialogar sobre muchos temas y hasta fuimos a pasear a Chosica con mi padre Manuel Trinidad, cuando aún vivía (1975-79).

Yo asumí los cursos de economía agraria y teoría del desarrollo que él dictaba en la PUCP, por cierto que no con su brillantez y calidad. Su libro principal “Economía Agraria de la Sierra Peruana, antes de la Reforma Agraria” IEP, 1981 y otros artículos son clásicos en la investigación del agro andino.

Mi homenaje a su memoria y celebremos su legado. Los agricultores y el campesinado, los indígenas peruanos, los migrantes y sectores populares guardaremos duelo por José María Caballero. Su obra es un gran aporte para la liberación y desarrollo del Perú.


HOMENAJE SEMBLANZA
JOSE MARIA CABALLERO


Manuel Glave
Investigador Principal, GRADE Miembro asociado, SEPIA

El Proyecto «Reforma Agraria y Desarrollo Rural», dirigido por José María Caballero en la segunda mitad de los años 70 en el Instituto de Estudios Peruanos, marcó un antes y un después en la investigación agraria en el país. La comprensión del proceso y efecto de la Reforma Agraria era una necesidad urgente en el Perú de fines de los 70, y uno de los méritos del proyecto fue integrar a la economía con las otras ciencias sociales en esta empresa. Así, y en parte gracias a la cantidad y calidad de las publicaciones generadas por el proyecto, a fines de esa década y principios de la década de los 80 estudiar economía agraria y desarrollo rural se convirtió casi en un modo de vida, en un país transformado por el proceso de la dictadura militar y donde la militancia política necesitaba de una previa comprensión de nuestra historia social y económica.

Varias fueron las publicaciones que José María y sus colegas dejaron para las generaciones venideras. Pero él fue capaz de producir una de las más notables publicaciones del último cuarto de siglo, su «Economía Agraria en la Sierra Peruana antes de la Reforma Agraria» (1981). El libro rápidamente se convirtió en un referente tanto para quienes iniciábamos en esos años la aventura de convertirse en un investigador agrarista, así como también para los colegas de la generación de José María. Veinte años después muchas de las conclusiones del libro sobre la concentración de la tierra, el empleo rural, el proceso de descomposición del régimen gamonal, y acerca de la racionalidad económica de las familias comuneras andinas, siguen vigentes. Y la hipótesis formulada por Caballero acerca de una ‘transición capitalista sin norte fijo’ sigue siendo un punto de partida de nuevas investigaciones.

Pero la importancia de José María para varias generaciones de economistas peruanos no sólo se limitó a los debates acerca de la Reforma Agraria. Las notas de clase de José María cuando dictaba los cursos de Teoría del Desarrollo y Economía Agraria en la Facultad de Ciencias Sociales de la PUCP fueron un lujo que varias generaciones tuvimos el privilegio de aprovechar. La revisión que hace de los debates sobre la renta de la tierra en los clásicos (1975) es uno de los documentos de trabajo del CISEPA (Serie ‘Ensayos Teóricos’) más leídos en esos años. El análisis microeconómico del funcionamiento de las Cooperativas Agrarias de Producción (CAP), fue el principal aporte que tuvo Caballero en la formación teórica en economía de esa generación. Preparó no sólo un artículo sobre el funcionamiento económico general de las Cooperativas, sino que también publicó un artículo seminal en el primer Volumen (Número 2) de la Revista Economía de la PUCP el año 1979 («Los eventuales en las cooperativas costeñas peruanas: un modelo analítico»).

En el año cuando en la Facultad de Ciencias Sociales de la PUCP se ha promovido (de manera tibia a mi parecer) una reflexión sobre la vigencia de los aportes de Alberto Flores Galindo al conmemorarse veinte años de su fallecimiento, la partida de José María Caballero amerita que se revise, discuta y critique los aportes que ambos nos dejaron. Nunca es tarde para leer y aprender de estos Grandes Maestros

José María Caballero, amigo de CEPES, descansa en paz

3 May 2010

• José María Caballero falleció en la mañana del sábado primero de mayo en Río de Janeiro, en donde vivió los últimos años. Fecha simbólica –Día del Trabajo- para quien estuvo siempre en contra de la explotación y marginación de los trabajadores, en particular de los campesinos.

• José María era español de nacimiento, peruano de corazón y ciudadano del mundo. Economista con una sólida formación económica, pasó muchos años en el Perú. Llegó al inicio del proceso de reforma agraria y estuvo muy cerca del movimiento campesino. Fue profesor en la Pontificia Universidad Católica y la Universidad Nacional Agraria La Molina.

• Realizó varios estudios sobre la realidad agraria del país, entre ellos Economía agraria de la sierra peruana, publicado en 1981 por el IEP, que es hasta la fecha el mejor análisis sobre la economía de esa región. Adquirió un conocimiento amplísimo sobre la problemática agraria en el mundo a lo largo de sus años como funcionario de la FAO en Roma.

• Además de su compromiso social y de sus altos méritos académicos, fueron mayores sus virtudes personales: íntegro, cálido, risueño, generoso; padre y compañero amoroso, y el mejor amigo de sus amigos. José María, descansa en paz.

Comentarios: José María Caballero Vie, 14/05/2010 - 09:01. Lo conocí precisamente en el IEP, cuando José María lideraba el grupo de estudio de Reforma Agraria. Y, efectivamente, como lo describen ustedes, era una persona muy cálida, con una amplia sonrisa y con palabras de aliento para todos, muy íntegro y muy buen profesional. Doy las gracias por haberlo conocido. Descansa en paz, querido Majo. Laura Gutiérrez

Mar, 04/05/2010 - 05:17. luchó hasta el final, gran persona, padre, hermano, tío, su familia siempre le recordará uno de sus sobrinos. JSTC
De la Revista Equitierra
Adiós a José María Caballero

Desde Rimisp, sus colegas recuerdan el entusiasta apoyo de Caballero al análisis comparativo sobre experiencias de desarrollo rural en América Latina y Europa, que tuvieron un papel germinal en la elaboración del concepto de desarrollo territorial rural.

Dos ediciones atrás, un artículo de Equitierra recogía las opiniones de José María Caballero Romero acerca de los planteamientos del Informe de Desarrollo Mundial 2009, del Banco Mundial. Advertía sobre la escasa consideración que otorgaba el informe a cuatro dimensiones claves del desarrollo: la pobreza, la desigualdad, el medio ambiente y la descentralización. La opinión del economista agrario español –reconocido como una de las voces más autorizadas en el ámbito del desarrollo rural en América Latina- era coherente con los mensajes que trasmitió en su fructífera trayectoria profesional, marcada por una preocupación especial por los más pobres del mundo rural.

“La pobreza rural es desestabilizadora”, había señalado seis años antes en un simposio internacional en México, donde destacaba la necesidad de una estrategia de desarrollo rural “porque la agricultura, la agroindustria y la economía rural no agrícola contribuyen en forma importante al PIB, al empleo y a las exportaciones de América Latina y el Caribe”. En su opinión, las reformas de primera generación implantadas en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe que se centraron en la estabilidad macroeconómica, liberalización sustancial del comercio externo y una orientación de mercado, habían tenido mediocres resultados y ahora se requería impulsar reformas de segunda generación, donde los gobiernos reconstruyeran su presencia en investigación agropecuaria, extensionismo e inversión en infraestructura física, con un enfoque de fomento productivo a campesinos de pequeña escala.

Tras el fallecimiento de José María Caballero el pasado 1 de mayo en Río de Janeiro, a los 65 años de edad, se pierde a un destacado promotor de la causa rural, pero queda su legado. Su fallecimiento es sentido en toda América Latina, y en forma muy especial en Perú, donde trabajó en los comienzos de su vida profesional colaborando con el Instituto de la Reforma Agraria, el Instituto de Estudios Peruanos, la Universidad Católica y la Universidad Nacional Agraria La Molina. “El Proyecto ‘Reforma Agraria y Desarrollo Rural’, dirigido por José María Caballero en la segunda mitad de los años 70 en el Instituto de Estudios Peruanos, marcó un antes y un después en la investigación agraria en el país.

La comprensión del proceso y efecto de la Reforma Agraria era una necesidad urgente en el Perú de fines de los 70, y uno de los méritos del proyecto fue integrar a la economía con las otras ciencias sociales en esta empresa”, señaló recientemente Manuel Glave, investigador principal de GRADE. Entre los escritos de Caballero, Economía Agraria en la Sierra Peruana antes de la Reforma Agraria (1981) es considerada una de las más notables publicaciones de los últimos 30 años en este campo en Perú.

Desde los años 80, Caballero desempeñó una innovadora carrera en organismos internacionales en que amplió enfoques y generó propuestas hacia el sector rural. En 1983 ingresó a la FAO como especialista en políticas y planificación agrícola del Grupo de América Latina y el Caribe. Desde allí realizó investigaciones, dio asistencia a numerosos países de la región y dictó cursos de capacitación. En 1987 pasó al Centro de Inversiones de la FAO, cubriendo aspectos analíticos y de preparación de proyectos de inversión para financiamiento del Banco Mundial y en menor medida del FIDA, sobre todo en América Latina y el Caribe, pero también en países de África Occidental.
Desempeñó esas tareas hasta inicios de 2003, salvo entre enero de 1997 y agosto de 2000, en que actuó como Jefe del Servicio de Capacitación en proyectos y políticas de desarrollo agrícola y rural de la FAO a nivel mundial. Entre 2003 y 2006 trabajó como economista principal del Banco Mundial, con sede en México, donde preparó y coordinó diversos estudios y proyectos de desarrollo rural tanto en ese país como en Argentina, Ecuador, Perú y Colombia.

Los últimos años se desempeñó como consultor independiente en estudios y misiones del Banco Mundial, el FIDA y la FAO, entre otros. Al conocerse el fallecimiento de Caballero, colegas y amigos han destacado tanto sus méritos profesionales como su calidad humana y compromiso social. “Quienes lo conocieron, lo recuerdan como un querido y cordial colega, siempre con una sonrisa y dispuesto al apoyo; quienes compartieron misiones y trabajo aprendieron a respetarlo por su consciente y seria profesionalidad que volcaba en todo su trabajo”, indicó el Director del Centro de Inversiones de la FAO, Charles H. Riemenschneider.

Desde Rimisp, sus colegas han subrayado su contribución a varias de las nuevas perspectivas y enfoques sobre desarrollo rural que ha asumido la organización. Recuerdan su entusiasta apoyo al análisis comparativo sobre experiencias de desarrollo rural en América Latina y Europa, que tuvieron un papel germinal en la elaboración del concepto de desarrollo territorial rural, así como su apoyo a la concreción de este enfoque en estrategias como las de Ecuador.

Por: Equitierra

CENES. CENTRO DE ESTUDIOS NUEVA ECONOMIA Y SOCIEDAD
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6/18/2010

¿LA AMAZONÍA NO ES AVATAR?

Respuesta al Artículo de Hernando de Soto 8 páginas, 5-06-2010
Autor: Ing. Reinhard Seifert
C.E.278095 Teléfono: 01-255 73 66
rseiferts@gmail.com
Lima, 5 de Junio de 2010

Nota: El título y los subrayados (negritas) y la selección de fotografías - del invasor hispano y su descendiente actual, que ayudó a Alan García a imponer el TLC Perú-EEUU pretexto de los 100 decretos del Perro del Hortelano- distrayendo a los peruanos durante varios meses con el cuento de la “Agenda Interna”- son de Manuel Lajo, economista de la Comunidad Indígena de Pocsi, Arequipa.




Ya es conocido el clásico pensamiento neoliberal de Hernando de Soto. El problema -según él -radica en la debilidad del capitalismo popular y, el desarrollo, se resume en la tesis de la formalización de la propiedad privada. Sólo falta inscribir la propiedad e iniciar una empresa. Luego, por arte de magia comienza la acumulación de capitales y de tierras, supuestamente tan importantes ahora para el desarrollo de la selva. En ningún modo este pensamiento ha privilegiado el análisis de los factores políticos que sirven de sostén para el capital y de la superestructura. En resumen, esta es una visión muy simple de la problemática. Otro asunto es la permanente mixtura de conceptos teóricos. Describe a muchos; sin embargo a pocos profundiza, o mejor hubiera sido resaltar uno solo para descender en algo más concreto.

En su artículo mezcla varios conceptos: el racismo, un Estado sobre-reglamentado y centralista y la falta de iniciativa propia de los peruanos. Para desarrollar la selva es suficiente la idea de que con una mejora de la normatividad la economía allí instalada empezará a florecer. Su visión del problema se ha reducido a un problema legal, cuando en el Perú lo que más sobran son las leyes y normas, que son alrededor ya de 30 mil.

Además, no dudo que haya estado estudiando el tema de la selva y el por qué de los conflictos sociales, y cuáles son las posibles causas, sin embargo con las miras puestas – de antemano- en la búsqueda de los mecanismos legales, en realidad repite aquí exactamente su tesis ya publicada en su famoso libro sobre el “otro sendero”, con lo cual su mirada le impide penetrar más a fondo en la realidad económica y política. De esta manera, él solito se está manipulando ideológicamente y se debilita en abrir más los ojos. Se constata una miopía bastante extendida. Asimismo faltan mayores explicaciones económicas sobre el origen de la pobreza en la selva, que se suponía era su idea “fuerza”.

En este sentido, lo que él no explica es cómo encontrar los cuellos de botella que sí pueden ser “rotos” por los campesinos/peruanos de la selva, cómo tener los medios de producción nuevos a su alcance, replicables que permiten avanzar, y cómo mejorar el sistema de producción existente. Es decir, introducir las mejoras en el sistema agrario para dar el salto cualitativo. Hay alternativas y muy buenas . Es difícil exigir a un campesino de la selva arriesgar su ya precaria economía. Y por supuesto –aquí coincidimos en algo - el aparente retorno a una propiedad comunal es una utopía. Lo que prevalece es la economía campesina familiar . Esta parte importante que no toca en su análisis no tiene nada que ver –otra vez – con la ideología subliminal que recuerda cuando nos habla de las razas como una posible explicación del abandono de la selva. O sea, en sus palabras los peruanos que viven en la selva por ser “otra raza”, son incapaces de salir adelante.

Ya no debería usar el término “indígena”, hace conmemorar que al inicio de las décadas de los años veinte y treinta en el Perú se hablaba despectivamente y en demasía de la cuestión indígena y de “los indios”. En realidad, los términos indio e indígena hoy suenan como términos racistas. Los de la selva no son seres inferiores.

En pleno siglo XXI deberíamos solo respetarnos de igual a igual, democráticamente dentro de un régimen democrático y no recurrir a estos calificativos. Estos deben ser desterrados para siempre cuando resaltan cierta superioridad de los intrusos que son en tierras ajenas, o sea de los intelectuales que hayan colaborado en su artículo. Y se creen los salvadores de los “indígenas”, tanto visto en la película Avatar como en la ideología fascista de “nuestro” Presidente Alán García, quién trató de inventar una nueva raza canina.

Europa basó su desarrollo material e espiritual en el desarrollo de la agricultura para su posterior industrialización. Fueron también los campesinos pobres que migraron a EEUU llevando consigo su conocimiento y destreza para luego engrandecer a esta nación, de donde provienen la mayoría de las empresas transnacionales. Estudios al respecto abundan en Europa, lamentablemente muy a menudo no son traducidos y no aterrizan en el Perú. Como economista de Soto debe saber que la economía se mide con resultados. Sus postulados imaginarios o teóricos en su artículo donde describe teóricamente cómo funciona una empresa es algo que un campesino no práctica. Agricultura es praxis, sobre todo, no teoría. Una praxis milenaria comprobada que se adaptó permanentemente al sistema agrario y que ha dado resultados tangibles y conocidos.

El otro tema ausente y soslayado en gran parte es el funcionamiento interno del Estado peruano, empero quizás nos une aquí una pequeña coincidencia. El Estado debería ser más ágil, menos burocrático y más eficiente. Algo que por ahora no es más que un deseo. La realidad palpable es que prácticamente todos los gobiernos durante los últimos 40 años han inflado el aparato del Estado, sin que el ciudadano “de a pie” tenga un beneficio real. Los estudios sobre las nuevas clases sociales indican que la clase media se ha desarrollado sin el apoyo justamente de este Estado paquidérmico. Se han hecho desde abajo sin la ayuda del Estado. Este análisis a donde van las nuevas clases sociales, no aparece en el pensamiento neoliberal de Hernando de Soto.

La gente –hoy- del Perú, sin embargo reclama y exige un Estado mucho más eficaz que solucione principalmente la problemática de la salud, educación, del transporte, entre otros. La presión de las nuevas clases sociales en el futuro marcha en este sentido.

Algo muy substancial para que funcione una economía de mercado es el combate a la corrupción que es el eje central de una lucha social. Hasta las elites antiguas y la nueva burguesía, pasando por los empresarios se atreven últimamente a declarar que esta lacra tiene que ser combatido sin piedad. Si no se alcanza reducir los niveles de corrupción la economía no crecerá. Hernando de Soto sabe muy bien que las grandes empresas transnacionales tienen a su favor a este Estado débil, corrupto, excluyente para instalarse en la selva. Tienen el Estado a su servicio y no al revés, se sirven de él, con la ayuda de muchos funcionarios corruptos y operadores políticos.

Por otro lado, no quieren ningún peruano que se oponga al modelo neoliberal. Allí pensar que una empresa esté en el mismo nivel de decisión que un peruano de la selva es desconocer los criterios básicos de lo que significa la equidad. No es igual poner en la misma mesa un grupo de peruanos que defienden sus bosques frente a una empresa minera que maneja miles de miles de millones de dólares. Otra vez, la corrupción y la compra de conciencias para ellos les resulta más barata que apoyar como los buenos samaritanos a los campesinos a que se formalicen. Esta buena intención esta empedrada con las piedras que la conducen al infierno, como en la película Avatar.

Sugiero que Hernando de Soto haga el ejercicio intelectual de entender mejor al sistema agrario, a los sistemas de producción y que ayude en la búsqueda de entregar no tanto los instrumentos legales, sino los nuevos medios de producción y facilitar una nueva superestructura que permita el desarrollo armónico de la selva. No queremos a las empresas transnacionales saqueadores que ahora tienen su aliado principal a Hernando de Soto que con su lenguaje modernizante surge como el nuevo conquistador. Queremos un Hernando de Soto como un aliado de la no-destrucción de la selva y de la biodiversidad.

Durante los últimos 20 años el Estado peruano se ha cimentado bajo la tutela de los intereses de las grandes corporaciones, desconociendo los derechos civiles de la población y de los que menos tienen, en términos materiales, claro está, los de la selva. No son pobres porque quieren ser pobres. Son pobres porque el Estado y las políticas y los sucesivos gobiernos han estado orientados al modelo económico primario exportador y no al mercado interno.

Un corajudo gobierno -obviamente más peruano y no pro-yankee- tiene que desarrollar el mercado interno, instalar un nuevo modelo económico y preocuparse por el Perú profundo en la sierra y en la selva. Además profundizar el proceso de regionalización. Esto pasa necesariamente por una reforma radical del Estado peruano, con políticas estatales a mediano y largo plazo y donde se verifica la inclusión, un Estado menos corrupto y más servicial. Para esto necesitamos apenas cinco mil peruanas y peruanos de confianza. Los tenemos y de los buenos.

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