6/18/2010

¿LA AMAZONÍA NO ES AVATAR?

Respuesta al Artículo de Hernando de Soto 8 páginas, 5-06-2010
Autor: Ing. Reinhard Seifert
C.E.278095 Teléfono: 01-255 73 66
rseiferts@gmail.com
Lima, 5 de Junio de 2010

Nota: El título y los subrayados (negritas) y la selección de fotografías - del invasor hispano y su descendiente actual, que ayudó a Alan García a imponer el TLC Perú-EEUU pretexto de los 100 decretos del Perro del Hortelano- distrayendo a los peruanos durante varios meses con el cuento de la “Agenda Interna”- son de Manuel Lajo, economista de la Comunidad Indígena de Pocsi, Arequipa.




Ya es conocido el clásico pensamiento neoliberal de Hernando de Soto. El problema -según él -radica en la debilidad del capitalismo popular y, el desarrollo, se resume en la tesis de la formalización de la propiedad privada. Sólo falta inscribir la propiedad e iniciar una empresa. Luego, por arte de magia comienza la acumulación de capitales y de tierras, supuestamente tan importantes ahora para el desarrollo de la selva. En ningún modo este pensamiento ha privilegiado el análisis de los factores políticos que sirven de sostén para el capital y de la superestructura. En resumen, esta es una visión muy simple de la problemática. Otro asunto es la permanente mixtura de conceptos teóricos. Describe a muchos; sin embargo a pocos profundiza, o mejor hubiera sido resaltar uno solo para descender en algo más concreto.

En su artículo mezcla varios conceptos: el racismo, un Estado sobre-reglamentado y centralista y la falta de iniciativa propia de los peruanos. Para desarrollar la selva es suficiente la idea de que con una mejora de la normatividad la economía allí instalada empezará a florecer. Su visión del problema se ha reducido a un problema legal, cuando en el Perú lo que más sobran son las leyes y normas, que son alrededor ya de 30 mil.

Además, no dudo que haya estado estudiando el tema de la selva y el por qué de los conflictos sociales, y cuáles son las posibles causas, sin embargo con las miras puestas – de antemano- en la búsqueda de los mecanismos legales, en realidad repite aquí exactamente su tesis ya publicada en su famoso libro sobre el “otro sendero”, con lo cual su mirada le impide penetrar más a fondo en la realidad económica y política. De esta manera, él solito se está manipulando ideológicamente y se debilita en abrir más los ojos. Se constata una miopía bastante extendida. Asimismo faltan mayores explicaciones económicas sobre el origen de la pobreza en la selva, que se suponía era su idea “fuerza”.

En este sentido, lo que él no explica es cómo encontrar los cuellos de botella que sí pueden ser “rotos” por los campesinos/peruanos de la selva, cómo tener los medios de producción nuevos a su alcance, replicables que permiten avanzar, y cómo mejorar el sistema de producción existente. Es decir, introducir las mejoras en el sistema agrario para dar el salto cualitativo. Hay alternativas y muy buenas . Es difícil exigir a un campesino de la selva arriesgar su ya precaria economía. Y por supuesto –aquí coincidimos en algo - el aparente retorno a una propiedad comunal es una utopía. Lo que prevalece es la economía campesina familiar . Esta parte importante que no toca en su análisis no tiene nada que ver –otra vez – con la ideología subliminal que recuerda cuando nos habla de las razas como una posible explicación del abandono de la selva. O sea, en sus palabras los peruanos que viven en la selva por ser “otra raza”, son incapaces de salir adelante.

Ya no debería usar el término “indígena”, hace conmemorar que al inicio de las décadas de los años veinte y treinta en el Perú se hablaba despectivamente y en demasía de la cuestión indígena y de “los indios”. En realidad, los términos indio e indígena hoy suenan como términos racistas. Los de la selva no son seres inferiores.

En pleno siglo XXI deberíamos solo respetarnos de igual a igual, democráticamente dentro de un régimen democrático y no recurrir a estos calificativos. Estos deben ser desterrados para siempre cuando resaltan cierta superioridad de los intrusos que son en tierras ajenas, o sea de los intelectuales que hayan colaborado en su artículo. Y se creen los salvadores de los “indígenas”, tanto visto en la película Avatar como en la ideología fascista de “nuestro” Presidente Alán García, quién trató de inventar una nueva raza canina.

Europa basó su desarrollo material e espiritual en el desarrollo de la agricultura para su posterior industrialización. Fueron también los campesinos pobres que migraron a EEUU llevando consigo su conocimiento y destreza para luego engrandecer a esta nación, de donde provienen la mayoría de las empresas transnacionales. Estudios al respecto abundan en Europa, lamentablemente muy a menudo no son traducidos y no aterrizan en el Perú. Como economista de Soto debe saber que la economía se mide con resultados. Sus postulados imaginarios o teóricos en su artículo donde describe teóricamente cómo funciona una empresa es algo que un campesino no práctica. Agricultura es praxis, sobre todo, no teoría. Una praxis milenaria comprobada que se adaptó permanentemente al sistema agrario y que ha dado resultados tangibles y conocidos.

El otro tema ausente y soslayado en gran parte es el funcionamiento interno del Estado peruano, empero quizás nos une aquí una pequeña coincidencia. El Estado debería ser más ágil, menos burocrático y más eficiente. Algo que por ahora no es más que un deseo. La realidad palpable es que prácticamente todos los gobiernos durante los últimos 40 años han inflado el aparato del Estado, sin que el ciudadano “de a pie” tenga un beneficio real. Los estudios sobre las nuevas clases sociales indican que la clase media se ha desarrollado sin el apoyo justamente de este Estado paquidérmico. Se han hecho desde abajo sin la ayuda del Estado. Este análisis a donde van las nuevas clases sociales, no aparece en el pensamiento neoliberal de Hernando de Soto.

La gente –hoy- del Perú, sin embargo reclama y exige un Estado mucho más eficaz que solucione principalmente la problemática de la salud, educación, del transporte, entre otros. La presión de las nuevas clases sociales en el futuro marcha en este sentido.

Algo muy substancial para que funcione una economía de mercado es el combate a la corrupción que es el eje central de una lucha social. Hasta las elites antiguas y la nueva burguesía, pasando por los empresarios se atreven últimamente a declarar que esta lacra tiene que ser combatido sin piedad. Si no se alcanza reducir los niveles de corrupción la economía no crecerá. Hernando de Soto sabe muy bien que las grandes empresas transnacionales tienen a su favor a este Estado débil, corrupto, excluyente para instalarse en la selva. Tienen el Estado a su servicio y no al revés, se sirven de él, con la ayuda de muchos funcionarios corruptos y operadores políticos.

Por otro lado, no quieren ningún peruano que se oponga al modelo neoliberal. Allí pensar que una empresa esté en el mismo nivel de decisión que un peruano de la selva es desconocer los criterios básicos de lo que significa la equidad. No es igual poner en la misma mesa un grupo de peruanos que defienden sus bosques frente a una empresa minera que maneja miles de miles de millones de dólares. Otra vez, la corrupción y la compra de conciencias para ellos les resulta más barata que apoyar como los buenos samaritanos a los campesinos a que se formalicen. Esta buena intención esta empedrada con las piedras que la conducen al infierno, como en la película Avatar.

Sugiero que Hernando de Soto haga el ejercicio intelectual de entender mejor al sistema agrario, a los sistemas de producción y que ayude en la búsqueda de entregar no tanto los instrumentos legales, sino los nuevos medios de producción y facilitar una nueva superestructura que permita el desarrollo armónico de la selva. No queremos a las empresas transnacionales saqueadores que ahora tienen su aliado principal a Hernando de Soto que con su lenguaje modernizante surge como el nuevo conquistador. Queremos un Hernando de Soto como un aliado de la no-destrucción de la selva y de la biodiversidad.

Durante los últimos 20 años el Estado peruano se ha cimentado bajo la tutela de los intereses de las grandes corporaciones, desconociendo los derechos civiles de la población y de los que menos tienen, en términos materiales, claro está, los de la selva. No son pobres porque quieren ser pobres. Son pobres porque el Estado y las políticas y los sucesivos gobiernos han estado orientados al modelo económico primario exportador y no al mercado interno.

Un corajudo gobierno -obviamente más peruano y no pro-yankee- tiene que desarrollar el mercado interno, instalar un nuevo modelo económico y preocuparse por el Perú profundo en la sierra y en la selva. Además profundizar el proceso de regionalización. Esto pasa necesariamente por una reforma radical del Estado peruano, con políticas estatales a mediano y largo plazo y donde se verifica la inclusión, un Estado menos corrupto y más servicial. Para esto necesitamos apenas cinco mil peruanas y peruanos de confianza. Los tenemos y de los buenos.

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