5/24/2010

¿EL CAPITALISMO REQUIERE DESTRUIR LA TIERRA?

Manuel Lajo, Ph.D.

24, de mayo 2010

A partir de la verificación de la existencia de armas ecológicas -que podrían haber sido puestas en acción para producir el terremoto de Haití -con el fin de explorar yacimientos petroleros y ocupar militarmente ese país, amenazando a Cuba y Venezuela - la Dra. Claudia von Werlhof, científica política de la Universidad de Innsbruck, Austria, apoyada firmemente en su derecho a difundir sus hallazgos por los decanos y el Rector, señala la esencia destructiva del capitalismo.

Las armas ecológicas se suman a las económica (alimentos,petróleo). A las hecatombes provocadas desde la humanidad para autodestruir lenta o vilentamente a las mayorías, como el desarrollo desigual (Chossuvsky en su libro "Globalización de la pobreza “ha mostrado cómo personas o empresas tienen más ingresos que países o regiones en continentes subdesarrollados), de las guerras mundiales del siglo XX. Pero también ellas se suman a la desregulación financiera “que ha provocado la actual crisis mundial que obliga a que todo el mundo pague o financie el resultado del enriquecimiento gigantesco de algunos grupos -hasta hoy casi totalmente impunes- mediante prácticas financieras irresponsables .Se suma también a los evidentes "secretos “del 11 de Septiembre 2001 que dan contundentes indicios de por lo menos complicidad del régimen de Bush con el terrorismo de las torres de Nueva York y con el abuso insólito que significa la invasión de Irak en el 2003.


Documentación de una campana pública del Instituto de Ciencias Políticas y de los medios de comunicación de Austria contra la Dra. Claudia von Werlhof, profesora del Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad de Innsbruck, Austria, y de la campana de solidaridad y apoyo internacional como respuesta a los ataques

Innsbruck, Febrero-Avril 2010

(traducción de las partes más relevantes)


Nota preliminar – Claudia von Werlhof

“¡Se trata de la “Madre Tierra”, nuestro planeta!”


“Siento mucho que se encuentre en dificultades. Es cierto que varios países poseen actualmente la tecnología capaz de provocar terremotos. También se ha dado aquello que parece una franja de plasma en el cielo sobre Haití (tales efectos luminosos aparecen teóricamente en los terremotos artificiales, CW). Pero también puede haber sido un hecho independiente y, si ha estado relacionado, tampoco podemos decir con seguridad qué país lo ha ocasionado. En mi libro “Planeta Tierra. La última arma de guerra” he hablado sobre ésta y otras tecnologías. Está en todas las universidades de Canadá, incluso en algunas universidades de EEUU. Quizás pueda adquirir algún ejemplar en Europa. Si no es así, le enviaré uno con gusto…”
Dra. Rosalie Bertell1

La Dra. Rosalie Bertell, científica, experta en medio ambiente, escritora y portadora del Premio Nobel Alternativo, me envió esta nota a raíz de mi pregunta sobre qué se sabía acerca del terremoto en Haití. Intenté contactar con ella por haber escrito su obra sobre investigaciones y experimentos militares, especialmente de EEUU y Rusia/URRS, y por ser una famosa crítica de los resultados de tales experimentos. Entretanto ya me ha enviado su libro, escrito hace 10 años y que, exceptuando en Canadá y parte de EEUU, apenas es conocido, debido a que la editorial desapareció poco después de la publicación de “Planeta Tierra” y la autora misma estuvo bastante tiempo enferma. Opino que este libro debe ser finalmente leído en todo el mundo, puesto que narra la historia de la experimentación con el planeta Tierra desde los años 50 del siglo pasado. En el medio siglo transcurrido desde entonces se han probado y creado tecnologías y, por así decir, sistemas armamentísticos, en pruebas al aire libre, basados en una perversa “explotación” de las energías y “modos de vida”, es decir, del “sistema ecológico” del planeta mismo, y que como tales han iniciado ya su destrucción desde dentro y desde fuera. El planeta Tierra ya está enfermo, y deberemos unirnos a la pregunta de la Dra. Bertell acerca de hasta qué punto el llamado cambio climático está estrechamente relacionado con este desarrollo y estos experimentos científico-militares. El “calentamiento global” lo veo cada vez más escrito como “ALERTA GLOBAL” (en inglés: “warning” en vez de “warming”). El “arma terremoto” es sólo una más de las que conforman un terrible arsenal de técnicas de destrucción masiva (también) no-atómicas, que pueden ser denominadas como armas para producir catástrofes naturales, armas “ecológicas” o “energéticas”, y que superan incluso en efectividad a las armas biológicas y químicas. En otras palabras: nos encontramos inmersos en una verdadera “guerra mundial” con y contra el planeta y toda vida presente y futura, (completamente inmersos y) sin tener la más mínima idea de este hecho. Y todo ello ocurre bajo la amenaza del matricidio último: aquel contra la misma Tierra.

Desde entonces he logrado entender que la campaña que hay en mi contra no es en realidad contra mí, si bien mi entrevista en el periódico vienés “Der Standard” fue el origen de esta campaña que me puso directamente en el centro de mira y que llevó a un segundo plano los problemas del Instituto en el que trabajo. Mi sorpresa ante la virulencia, sobre todo de la segunda parte de esta campaña, y las imputaciones falsas y peligrosas con las que operaron, evidentemente conscientes y "ad hominem", me han abierto los ojos ante el hecho fundamental: se trata de la "Madre Tierra”, nuestro maravilloso planeta. Esta dimensión aún me era desconocida puesto que, como muchos, había pensado que se trata de una amenaza contra la vida en la Tierra, pero no contra ella misma como planeta entero. Esto ahora ha cambiado.

Necesitamos sin duda alguna un “movimiento a favor de la Madre Tierra, nuestro planeta” que sea planetario. Y no se necesitan tan sólo científic@s que se ocupen finalmente de las muchas cuestiones fundamentales desde hace tiempo para la mayoría de las disciplinas, lo queramos o no. Ninguna persona, hombres y mujeres en todo el mundo, de ninguna de las maneras puede querer que la vida Y la Tierra misma sean puestas en juego de este modo.

La causa
En la edición del fin de semana de "Der Standard" del 13/14 de febrero, sobre el tema "¿Dónde está el dinero?", aparece una entrevista con la Dra. Claudia von Werlhof con el título "Capitalismo, un proyecto destructivo" que, entre otras cosas, remite al debate internacional sobre la existencia de tecnologías capaces de crear terremotos artificiales, y la sospecha generada de una relación con el terremoto de Haití de mediados de enero de 2010.

Capitalismo, un proyecto destructivo.

La era de la economía occidental ha llegado a su fin, opina la crítica del patriarcado Claudia von Werlhof

Standard: Ante la crisis, la respuesta es un mayor crecimiento económico. Usted parte de la base de que hay otras necesidades, ¿cierto?

Werlhof: El crecimiento es lo contrario a lo que se necesita en la actualidad. Mi punto de partida es el fin de occidente, el final de la época moderna occidental, su civilización y sus promesas. Siempre fueron mentiras.
Standard: El bienestar común parecía una meta factible en los años 60 y 70, al menos en la parte rica del mundo. ¿Fue aquello una ilusión?

Werlhof: A la larga, sí, porque el proyecto de la época moderna es un proyecto de destrucción del mundo: el modo de producción, la tecnología, la política. Debemos preguntarnos qué ha sucedido para que ahora incluso el clima, un fenómeno planetario, se haya visto alterado a nivel mundial como resultado de la industrialización.

Standard: ¿Y qué ha sucedido?

Werlhof: Todo empezó en los siglos 17 y 18 con el surgimiento de la ciencia moderna.
Prometió un mundo hermoso, nuevo, rico, y que la riqueza supondría un beneficio para todos y se repartiría democráticamente. Aquello fue y sigue siendo propaganda.

Standard: Las diferencias entre pobres y ricos se han agudizado, sobre todo desde 1989, y suele responsabilizarse de ello al neoliberalismo. ¿No le parece?

Werlhof: El neoliberalismo intenta continuar con el programa liberal que existe desde los siglos 18 y 19, pero ya no para muchos, sino para un reducido grupo de consorcios. Las reservas naturales se agotan, así que se apropian de los restos por la fuerza, mientras que al mismo tiempo especulan para hacerse ricos rápidamente con mucho dinero. Se ha saqueado el estado social, a muchos países también, piense por ejemplo en Islandia o Grecia. Todo empezó con el regreso del patrón oro en la política monetaria con el presidente Richard Nixon en los años 70. De este modo, el capital pudo emanciparse como capital financiero.
El resultado son todas esas llagas que han ido explotando desde entonces.

Standard: Pero también hay una gran cantidad de riqueza acumulada en el mundo. ¿El objetivo no es una distribución más equitativa de tales riquezas?

Werlhof: Eso ha sido, y sigue siendo, una falsa promesa. El problema que no se consideró desde los sindicatos ni desde la izquierda, es que la misma producción de estas teóricas riquezas es ya una destrucción. Debemos ver el capitalismo como algo destructivo. La transformación de las cosas naturales en mercancías, dinero, maquinaria, jerarquía y, finalmente, en capital está estrechamente ligada a la demolición. Esta política de destrucción se nos muestra ahora bajo la forma de catástrofes naturales de todo tipo.

Standard: ¿Quiere decir que el marxismo y el movimiento de trabajadores, la izquierda, fueron parte del problema y no parte de la solución?

Werlhof: Marx todavía pensó. Pero él, el movimiento de los trabajadores y la izquierda, todos pertenecen también a la época moderna, basada en la máquina y la fábrica, basados a su vez en la destrucción de las materias primas y en su transformación en algo muerto, en mercancía. Por ello, la gente de izquierdas actual todavía no quiere ocuparse de la cuestión de la naturaleza y la mujer.

Standard: ¿Así que el problema no empezó en absoluto con la industrialización?

Werlhof: No, desde un punto de vista intelectual es muy anterior, empezó ya con la creación del patriarcado hace entre 5000 y 7000 años. En aquella época se impuso la idea de una “creación desde la destrucción”. Contrariamente a la realidad de las cosas, según la cual las criaturas femeninas son el origen de la vida, los hombres empezaron a definirse como los creadores de la vida, la riqueza, el bienestar. Yo lo llamo el principio “alquímico”. Tras su fracaso en la Antigüedad y la Edad Media, ya que no se llegó a producir oro ni a crear vida nueva, el principio alquímico aparece en la época actual como una nueva ciencia, como un programa mundial de creación-desde-la-destrucción.

Standard: ¿Por qué destrucción?

Werlhof: Porque no se puede imitar a la naturaleza artificialmente. Descomponer las cosas y los seres naturales y después volver a juntarlos de cualquier manera. Eso se denomina “mortificación”, de mors, la muerte: en principio un procedimiento mecanístico que no se corresponde con los ciclos naturales de muerte y devenir.

Standard: Desintegrar y volver a unir es una base del pensamiento analítico. ¿Dónde se coloca usted desde un punto de vista de la teoría del conocimiento?


Werlhof: Siempre me han interesado las visiones del mundo premodernistas, indígenas, matriarcales. En algún momento aquello se encontró con mis demás formas de conocimiento: en el planteamiento de por qué todo se está resquebrajando.

Standard: Actualmente usted critica esta ruptura con el ejemplo del acuerdo GATS
(Acuerdo General sobre Comercio de Servicios). ¿Por qué?

Werlhof: Según el GATS, el agua se debe privatizar, por ejemplo. Si hacemos eso muchas personas morirán de sed. Y se destruirá el sensible ciclo del agua en la Tierra, porque no se puede transportar agua ilimitadamente. Por ese motivo también, todos los experimentos para llevar agua al desierto han llevado a la salinización. Sólo funciona brevemente, porque no se puede engañar a la naturaleza.

Standard: ¿Dónde ha quedado la alternativa?

Werlhof: En la producción de subsistencia, que tiende al autoabastecimiento descentralizado. Es la única alternativa al modo de producción capitalista. Sólo…cuidado: también se puede pensar en la descentralización desde la lógica del sistema dominante, como en la UE, bajo la forma de pequeños estados como Letonia y Lituania o los Balcanes.
En oposición, por ejemplo, los zapatistas de México no quieren colaborar con el estado central, sino levantar la economía desde abajo. Primero como una economía de subsistencia, y si hay excedentes, estos no se robarán, como en los sistemas explotadores, sino que se repartirán o se intercambiarán con los vecinos. Es el tipo de economía de la época precolonial. Actualmente está volviendo a restablecerse en México y Bolivia.

Standard: ¿Puede eso funcionar también en la centralizada Europa?

Werlhof: En Europa hay que enfrentarse a ello desde un punto de vista histórico, y trabajar en la comprensión de la naturaleza. Alemania, por ejemplo, estuvo mucho tiempo organizada federalmente, y se negó el estado nacional. Sobre todo durante las guerras de los campesinos, en el inicio de la época moderna, hubo intentos de abandono. Se evitaron violentamente, se amontonó a la gente en asilos de trabajo, penitenciarías, fábricas, de modo que ya no poseyeran ningún medio de producción, sino que tuvieran que vivir del salario y el dinero, tal y como sucede en la actualidad. En lo que respecta a la naturaleza, debemos ser conscientes de que actualmente apenas conocemos nada de sus ciclos ni de su ritmo. Así que debemos estudiar las ideas premodernistas, y ya se ofrecen obras concernientes a la nueva biología y a la física. A partir de ellas surge una nueva ética, una nueva compasión.
Para que no siga sucediendo nada similar a lo que ha ocurrido en Haití.

Standard: ¿Se refiere al terremoto?

Werlhof: Sí, que haya podido ser un terremoto generado de manera artificial.

Standard: ¿Y eso?

Werlhof: En el proyecto HAARP, un centro de investigación militar en Alaska, se crearon máquinas de terremotos sobre la base de la tecnología Tesla (Nikola Tesla, descubridor croata-americano que inventó entre otras cosas la corriente alterna), capaz de producir terremotos artificiales. Se utilizan para localizar reservas de petróleo. Se supone que entre Haití y Cuba existen grandes reservas de petróleo, así que el terremoto de Haití podría haberse producido artificialmente para permitir la ocupación militar del país por parte de las tropas estadounidenses. Como efecto colateral, se consigue presionar a gobiernos insubordinados, como por ejemplo el de Hugo Chávez en Venezuela.

Standard: ¿Realmente piensa eso? Suena a teoría conspiracionista.

Werlhof: No creo nada, pero el hecho es que existe tecnología capaz de generar terremotos artificiales. Y, según mi teoría, esto se corresponde precisamente con la tesis de la creación patriarcal desde la destrucción. Además: algo así no se discute en absoluto públicamente.

Standard: ¿No vemos lo que no queremos ver, un tabú?

Werlhof: Exactamente, y no sólo aquí. Tampoco aprovechamos la crisis económica para cambiar las cosas, sino que mantenemos con todos los medios posibles lo que teníamos hasta ahora.

(Fuente: http://diestandard.at/1265852135844/Interview-Kapitalismus-ein Zerstoerungsprojekt)

Toma de posición del rector de la Universidad de Innsbruck, Austria

Universidad de Innsbruck

El rector

Decano
Prof. Univ. Dr. Fritz Plasser

Director de la Facultad
Prof. Univ. Dr. Ferdinand Karlhofer

Directora de la Facultad
Prof. Univ. Dra. Brigitte Mazohl
Redactora jefe de “Der Standard”, Viena
Dra. Alexandra Föderl-Schmid

Asesor: Teléfono/línea directa G2 Fecha
0512/507-2002 14 de abril de 2010

Estimados,

En las últimas semanas y meses, una entrevista a la politóloga de Innsbruck Claudia von Werlhof en el diario “Der Standard”, el día 13 de febrero de 2010, ha ocasionado fuertes discusiones en diversos medios (incluso de Internet). Nuestra colega Werlhof se ha enfrentado en esta entrevista al fenómeno del “capitalismo”, y al hacerlo ha identificado la destrucción como móvil esencial de este sistema. Esta explicación se basa no en último término en las tesis del economista y teórico austriaco Joseph Schumpeter, quien no sólo defendía que la "creación destructiva" es la esencia del capitalismo, entendiéndola como la fuerza última positiva que, dicho llanamente, conduce al planteamiento de cuáles son las condiciones básicas para superar representaciones tradicionales y desarrollar algo nuevo a partir de ellas.

Apartándose de Schumpeter, nuestra colega Werlhof remarcó sin embargo, dicho también llanamente, que esta destrucción resulta, en definitiva, contraproductiva, y conduce en última instancia a una agudización permanente de estas condiciones básicas. Como prueba de esta posibilidad de la destrucción negativa, nuestra colega Werlhof mencionó el proyecto HAARP, desarrollado por EEUU y que, entre otras cosas, pretende influir en el clima, así como generar terremotos artificiales.

A raíz de esta frase, que hemos reproducido aquí en su versión abreviada, estalló la discusión anteriormente mencionada, según la cual nuestra colega Werlhof ha reprobado a EEUU el hecho de haber provocado artificialmente el desolador terremoto en Haití, con el fin de obtener beneficios políticos y económicos. Sin embargo esto no se corresponde con la verdad, ya que la Dra. Werlhof únicamente expuso la existencia de tecnologías eventualmente capaces de influir en la naturaleza de este modo.

Existe toda una discusión (científica) a nivel internacional sobre este tema, tanto sobre el proyecto HAARP como sobre otros proyectos similares y sus posibles consecuencias.

Y llego por fin al punto que considero fundamental como científico y como rector de la Universidad de Innsbruck: se puede estar de acuerdo o no con las opiniones de nuestra colega Werlhof. Pero en última instancia, Austria es una sociedad democrática y, como tal, existe libertad de opinión y la libertad de la ciencia y la investigación es una premisa fundamental de nuestra vida en común. Esto queda garantizado, sin lugar a duda, tanto en nuestra Constitución (Art. 17 de la Constitución) como en la Ley de Universidades de 2002 (§2 Párrafo 1, Ley de Universidades 2002).

El hecho de que estas tesis provocadoras de la Dra. Werlhof no pudieran quedar sin respuesta era algo evidente e, incluso, algo probablemente deseado. De este modo surge una discusión que puede resultar muy productiva para el desarrollo de la sociedad. Precisamente la cuestión de cuánto necesita el capitalismo de la destrucción para poder generar algo nuevo, y hasta dónde debe y puede llegar, o si esto resulta positivo o negativo, resulta de gran interés. En este contexto podremos encontrar argumentos mejores y peores, así como escenarios más o menos realistas. Juzgarlo dependerá siempre del ojo observador. Y en este punto volvemos a encontrarnos con la libertad de expresión.
Sin embargo, algo que está absolutamente fuera de toda discusión, es el hecho de tachar a nuestra colega Werlhof, directa o indirectamente, de enferma o demente y el hecho de que, en consecuencia, se llegue a solicitar su dimisión. En este punto se han sobrepasado abiertamente los límites, y esto, para científicas y científicos, resulta intolerable en una sociedad libre. La Dra. Werlhof ha introducido su punto de vista en una importante discusión, ese es su derecho, y no supone ningún daño para la Universidad de Innsbruck. Ha desatado una discusión ante la que debe responder. Sin embargo, debe hacerlo en un marco aceptable socialmente, un marco de argumentos y contraargumentos. La difamación y los ataques personales no tienen ninguna cabida.

Un saludo afectuoso,

Prof. Univ. Dr. Karlheinz Töchterle
Rector


http://emanzipationhumanum.de/downloads/documentacionCWH.pdf


CENES. CENTRO DE ESTUDIOS NUEVA ECONOMIA Y SOCIEDAD
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1 comentario:

Sandinista dijo...

Dr. Lajo Lazo, este tipo de información es muy importante y le agradezco por ello. Enmedio del mar de blogs existentes (varios millones ya), el suyo es además de interesante, muy necesario.

Saludos,

Carlos Corea Ph.D.